MARTA LORCA
Vivo momentos de puro placer cuando creo con barro. He encontrado en mis manos al mejor comunicador. A ratos, me parece un lenguaje mucho más cómodo que el del discurso.
Siento un vínculo muy particular con la materia; la inmediatez con que percibo su tacto, la textura. El barro se me pega al espíritu cuando moldeo. Y todo mi cuerpo se involucra, en contacto directo con él, en busca del acuerdo entre la forma que pienso y la que el barro quiere habitar.
… Nunca sé si en eso que se mueve entre mis manos hay un alga, una flor o una columna. Es una búsqueda, pregunto al barro qué quiere ser.
Paso horas en mi estudio esperando que cada pieza me conteste, me sorprenda; espero a que se deje respetar, y también a que ceda. Es fascinante cuando acepta quedarse, concediéndome, como si me entendiera. En ese diálogo tácito con la materia las obras se van definiendo.
Lo mismo ocurre cuando esmalto. Es otra forma de pintura que incluye el misterio que aporta la cocción. La intriga que se siente mientras las piezas cuecen es identica en cada hornada. Me fascina entregarme a esa magia desconocida del horno.
En crudo, incorporo a mis piezas otros elementos orgánicos como piedras, alambres, hierros.
Diana en todas las pieles
Sed sólo en la de los vivos
Natura descarna
Ojos, piedras, alaridos
Belleza tiembla, osario afloja
Paja, verde, fresco, ríos
Golpe seco, zumbido
Silencio encogido.